martes, 15 de noviembre de 2011

La economía sumergida, ¿puede salvar al mundo?

Es la segunda economía más grande del mundo; dentro de una década podría acoger en su seno a dos tercios de los trabajadores del planeta, según la OCDE, y llegar a rivalizar con la economía de los poderosos Estados Unidos. No se trata de una adivinanza cuya respuesta más elemental nos podría conducir a China. Se trata de una realidad evidente que mueve diez billones de dólares: es la economía sumergida; el capitalismo clandestino en palabras de Robert Neurwirth, que utiliza la expresión en su libro de reciente aparición Sealth of Nations (El secreto de las naciones) y de cuyo contenido da cuenta la web Co.Exit de Fast Company.

Defiende Neurwirth que los gobiernos deberían adoptar y acoger como una realizad evidente la existencia de este tipo de economía informal que se desarrolla en barrios y suburbios al margen de las reglamentación económica de las los estados y las organizaciones internacionales. Sus protagonistas no siguen las disposiciones del FMI ni han de asumir las estrictas medidas de austeridad impuestas en casi todos los países desarrollados.

Es la economía del “hágalo usted mismo” que da trabajo a 1.800 millones de personas no sujetas a las normas del capitalismo oficial. Es, tal como la define Neurwirth “la economía  del ingenio, la economía de la improvisación y de la autosuficiencia” cuyos focos de actividad se localizan en los mercadillos, bazares y puestos callejeros con rentabilidad y volumen de negocio que nada tienen que ver con la crisis. Muchas grandes compañías ya han copiado formas de actuar de este tipo de economía con resultados espectaculares.

Sin embargo, y a pesar de las apariencias, no todo es negocio próspero. Existen algunas dificultades inherentes a la economía sumergida. Por ejemplo, que los derechos de los trabajadores no sean respetados o que el medio ambiente se vea afectado por la falta de control. Tampoco, en muchos casos, el desarrollo de la actividad económica resulta tranquila ya que a veces la policía lo impide siguiendo instrucciones de las autoridades o atendiendo a las quejas de los empresarios legales que no desean competencia.

Lo que está claro es que en un momento u otro la economía formal habrá de acoger a la economía informal como un complemento para afrontar la descomunal crisis, tal como matiza el artículo de Co.Exit.

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