martes, 8 de noviembre de 2011

De cómo una imagen puede llegar a convertirse en un icono

Vivimos en una época en la que la “marca”, con su perdurable icono correspondiente, cala muy hondo entre los ciudadanos o al menos eso es lo que pretenden. Todos, empresas, partidos políticos, países, artistas, clubes deportivos buscan la perdurabilidad y el impacto de la “marca” a través de iconos sin reparar en gastos. El problema es que en muchas ocasiones los resultados no acompañan al empeño, a pesar de la ingente cantidad de dinero empleada en la consecución del objetivo.

Martin Kemp, profesor emérito del famoso Trinity College de Oxford lo explica con maestría y sencillez en su libro “Christ to Coke: How Image Becomes Icon”, publicado, en octubre pasado, por University Oxford Press y del que el blog The Source de The Wall Street Journal publica un artículo firmado por el autor del libro en el que expone con sucinta brillantez cómo una imagen se puede convertir en un icono y cómo de ello pueden conseguir las empresas, los partidos, los artistas o los clubes un gran beneficio.

Se pregunta Kemp si existe una fórmula mágica para lograr el éxito de la marca. Y él mismo se responde. Si así fuera y él lo supiera mantendría en secreto tal fórmula para venderla muy cara. No existe, pues, fórmula alguna para semejante empeño ni normas que aseguren el tan perseguido éxito. Sin embargo, añade Kemp, se puede aprender de las lecciones que nos ha proporcionado la historia. Una gran maestra, sin duda.

Asegura Martin Kemp en su artículo que la palabra icono sufre en la actualidad un exceso de utilización o apropiación indebida: cualquier famosillo del tres al cuarto es capaz de definirse, o ser definido por otros, hoy día como icono en un alarde de desmedida soberbia. En España sufrimos ejemplos habituales y cercanos. Basta ver determinados programas de televisión. También aclara que los primeros iconos de la historia hacían referencia fundamentalmente a aspectos religiosos y devocionales, característica esta que persiste en la actualidad y como ejemplo cita el famosísimo retrato –ese que siempre hemos denominado como poster-, de Che Guevara realizado por Jim Pitzpatrick y que ha sido idolatrado por millones de jóvenes de todo el mundo.

La utilización de iconos ha sido, a lo largo de la historia, interesadamente acogida por los gobernantes con la idea de transmitir una imagen de poder. También lo han hecho muchas grandes empresas. Véase, como ejemplo, el conocidísimo león de MGM, cuya imagen, convenientemente acompañada de rugidos, se convirtió en un verdadero emblema del poder de la compañía cinematográfica en Hollywood. Incluso iconos de la ciencia moderna como el ADN o la fórmula de Eisntein, E = Mc2, han llegado a adquirir una dimensión casi religiosa.

Evidentemente existen distintos conceptos y acepciones de imágenes icónicas con sus correspondientes diferencias. No es lo mismo, por ejemplo, ni funciona igual como imagen icónica la famosa botella de Coca-Cola  -diseñada a partir de un curioso error del artesano Earl Dean en 1915-, que la desgarradora fotografía, tomada por Nick Ut en junio de 1972 durante la guerra de Vietnam, que muestra a la entonces niña Thi Kim Phúc, de nueve años, corriendo hacia la cámara intentando escapar de un ataque estadounidense de napalm en la localidad vietnamita de Trang Bang.

Una fotografía puede llegar a conseguir una gran fama incluso aunque se ignore el nombre del fotógrafo, como fue el caso de Ut, a pesar de que obtuvo el Premio Pulizer. Justamente lo contrario que ocurre con el cuadro, por ejemplo, de La Gioconda (Mona Lisa) que no hubiera alcanzado tal nivel de éxito si su autor hubiera sido un perfecto desconocido y no el genial Leonardo da Vinci.

Para que una imagen alcance fama necesita muchas veces contar con la suerte. En el caso de muchas fotografías de Prensa se trata de estar en el momento justo en el lugar adecuado. Eso es lo que pasó con la foto de Nick Ut o con la de Joe Rosenthal con su instantánea que muestra a un grupo de soldados estadounidenses izando su bandera en la isla japonesa de Iwo Jima, a finales de la Segunda Guerra Mundial.

En el mundo de las imágenes y los iconos no existen unas reglas predeterminadas que sean compartidas por unas y otros. Pero sí existen ciertas tendencias. Mientras a unos les preocupa la intensidad o la sencillez del mensaje, otros buscan significados genéricos o específicos y hay quien apela a los valores humanos. Pero por muchas tendencias que existan o aunque se apliquen ciertas reglas estrictamente nada garantiza el éxito de un icono, sentencia en su artículo de The Source Martin Kemp.

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