lunes, 7 de noviembre de 2011

Brasil se hará muy rico gracias al petróleo

Un inmenso hallazgo de petróleo acaecido en las profundas estructuras geológicas de la costa de Brasil ha llevado a su presidenta, Dilma Roussef, a exclamar que “Dios es brasileño”. La riqueza de estos yacimientos ubicados bajo una gruesa capa de sal parece que generará una riqueza tal que la economía del país suramericano cambiará radicalmente; hacia bien, se entiende.

Las excavaciones se iniciaron en 2007 y las estimaciones de sus reservas se estimaron entonces en 20.000 millones de barriles. Hoy, las opiniones más conservadoras cifran esas reservas en los 50.000 millones de barriles. Otros, más optimistas, aseguran que hay tres veces más. En el área de Pre-sal las expectativas de éxito en la explotación cuentan con una tasa del 87 por ciento, cuando el promedio mundial en la industria petrolífera sitúa su tasa de éxito entre el 20 y el 25 por ciento, según asegura Sergio Gabrielli, presidente de Petrobas, la empresa estatal brasileña, al semanario británico The Economist.

La denominación “Pre-sal” viene predeterminada por la ubicación de los yacimientos bajo una gran capa de rocas depositadas a gran profundidad antes que la sal –de ahí el “pre”-. Y “sal” porque encima de esas rocas precisamente descansan grandes capas de sal que pueden llegar a contar con un espesor de 2.000 metros. Los yacimientos se encuentran en las bahías brasileñas de Espirito Santo, Campo y Santos.

Un primer cargamento de un millón de barriles de este petróleo Pre-sal, extraído del pozo llamado Lula, ya partió hacia Chile en el pasado mes de mayo. De la extraordinaria productividad de este pozo da idea el hecho de que Petrobas está produciendo en estos momentos 100.000 barriles diarios de Pre-sal obtenido en este yacimiento, antes denominado Tupi y que ahora homenajea al anterior presidente del país. Brasil ocupa hoy el undécimo lugar como productor de petróleo en el mundo. Para el año 2020 todo hace prever que ascenderá hasta el quinto lugar.

Es evidente que Brasil se convertirá en un gran exportador de petróleo, lo que completaría el proceso de desarrollo económico que se inició con el control de la hiperinflación en 1994. Asimismo se prevé una masiva entrada de divisas lo que haría olvidar los préstamos anteriores solicitados al FMI para conseguir estabilizar la moneda local (el real). La afluencia de petrodólares permitirá mejorar las decrépitas infraestructuras del país y contribuirá a situar a Brasil como una potencia mundial. Además, desde que los yacimientos del Pre-sal fueron descubiertos los políticos de Brasil hablan menos sobre la imposición de onerosos impuestos y sobre la reforma de las leyes laborales como medidas de impulso para la economía. Parece que ahora todo se cifra en el petróleo a pesar de la tentación que supondrá para unos cuantos resistirse a las tentadoras garras de la corrupción que tendrá en el mercado petrolífero una abonado y propenso campo de actuación. Nadie olvida que ya son cinco los ministros del Gobierno de Rousseff despedidos por corruptos.

Dos temas de vital importancia se plantea ahora Brasil a raíz de sus descubrimientos petrolíferos. Por una parte, la reforma de la empresa estatal Petrobas y por otra la captación de financiación para abordar unas gigantescas infraestructuras imprescindibles para la explotación de los fabulosos yacimientos. Según la compañía, Petrobas llegará a ser más grande que Exxon Mobil dentro de diez años, gracias a la explotación del Pre-sal.

En la actualidad parte del capital Petrobas está en manos privadas pero el Gobierno, a la vista de los acontecimientos y las felices perspectivas ha aumentado su participación en la sociedad del 40 al 48%. Además el sistema de asignación de concesiones de explotaciones petrolíferas fue liberalizado. Tanto la parcial privatización como el el sistema de asignación, por subasta abierta tanto a empresas nacionales como extranjeras, se decidió en la década de los noventa.

Pero el modelo ya no sirve para la explotación del Pre-sal. Un nueva empresa estatal –Pre-Sal Petróleo, será la propietaria de todos los yacimientos de este tipo y contará con capacidad de veto para los proyectos que no sean considerados de interés nacional. En el futuro algunas concesiones podrán ser subastadas pero  los operadores adjudicatarios siempre tendrán que contar con una participación de Petrobas que en ningún caso será menor al 30%.

Enormes perspectivas de futuro económico tranquilizador se vislumbran para Brasil. Con su estatus de nuevo rico, se espera que el país suramericano pueda afrontar los descomunales gastos que supondrán las obras de infraestructura para la explotación y proporcionar trabajo a muchos miles de brasileños. Incluso ya está planificando la creación de un fondo para invertir buena parte de los ingresos proporcionados por la exportación del Pre-sal y cuyos objetivos, aún no definidos del todo, serían la educación, la cultura, la erradicación de la pobreza, la ciencia y la tecnología y la sostenibilidad ambiental.

Algunos analistas creen que el real se fortalecerá y que la balanza comercial de Brasil pasará a superávit en unos pocos años y que tal aumento seguirá una progresión creciente en el devenir del tiempo. Gabrielli, el presidente de Petrobas, también es optimista y augura tiempos de felicidad económica para Brasil. En realidad, todo depende de la empresa que él preside y de la rapidez con la que sea capaz de realizar las extracciones. Pero mientras tanto, sigue la estela providencial de la presidenta del país y añade, refiriéndose al petróleo Pre-sal que “Dios lo ocultó hasta que Brasil fuera los suficientemente fuerte para hacer frente a su explotación”, tal como relata en su reportaje The Economist.

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