domingo, 1 de enero de 2012
Paul Krugman: "Keynes tiene razón" (Otra vez)
Son los momentos de crecimiento
económico los adecuados para restringir el gasto público y no cuando existe una
recesión. Algo así predicaba con insistencia John Maynard Keynes allá por el año 1937. En la actualidad,
es el Nobel de Economía Paul Krugman quien insiste en ello y proclama en un
artículo publicado en The New York Times que “recortar el gasto del gobierno en
una situación de depresión económica deprime aún más la economía y que la
austeridad debe esperar hasta que la economía se recupere”.
Por desgracia, desde finales de
2010 y principios de 2011, los políticos y los encargados de formular las
políticas económicas en gran parte del mundo occidental se creen que ellos son
los más listos e insisten en que hay que centrarse en el déficit y no en los empleos, a pesar de que nuestras
economías apenas han empezado a
recuperarse de la crisis que siguió a la crisis financiera. Sin embargo, los
hechos están demostrando que Keynes tenía –otra vez-, razón, escribe Krugman.
El economista, que se declara
partidario convencido de las tesis keynesianas, se muestra en desacuerdo con
las medidas de estímulo de la economía propiciadas por Obama que constituyeron
un auténtico fracaso en la lucha contra el desempleo y señala que la vigencia
de la teoría económica keynesiana no se demuestra por los medidas, escasas, que
puso en práctica el Gobierno Federal de EEUU para impulsar la economía sino que
se ha plasmado en países como Grecia e Irlanda que tuvieron que aplicar unos programas de austeridad fiscal salvajes como
condición para recibir préstamos de emergencia y han sufrido, dentro de la Gran Depresión, otras recesiones económicas, que
situaron el PIB en unos niveles ínfimos.
Dice Krugman que todas estas
cosas no tendrían que haber sucedido a tenor de las proclamas de la ideología
dominante en EEUU y hace una punzante referencia al informe que en marzo pasado
publicó la Comisión Económica del Congreso, que se titulaba: “Gastar menos y
deber menos hace crecer la economía” y en el que se ridiculiza la teoría de que
la reducción del gasto en una época de depresión puede empeorar la situación a
la vez que se argumenta que un recorte de gastos mejora la confianza de
consumidores y empresas, lo que haría que el crecimiento fuera más rápido.
Los congresistas deberían saber
que los ejemplos históricos de supuesta
"austeridad expansionista" que utilizaron para su exponer sus teorías
habían sido completamente desacreditados con anterioridad, manifiesta el
economista estadounidense. Y además,
añade, está el hecho vergonzoso protagonizado por varios congresistas de la
derecha recalcitrante que exhibieron – con demasiada precipitación-, el caso de Irlanda como un ejemplo de éxito de
la aplicación de su teoría para comprobar poco después, a mediados de 2010,
como Irlanda caía hacia el abismo evaporándose la confianza de los inversores.
Sorprendentemente, este año
recién terminado volvieron a las andadas. Hubo
proclamas generalizadas de que Irlanda había iniciado el camino de la
recuperación, lo que demostraba que la
austeridad y los recortes funcionaban; pero
luego hicieron números y la realidad era tan deprimente como antes.
A pesar de todo, continúa
Krugman, la insistencia en la reducción del gasto inmediato siguió dominando el
panorama político con efectos perniciosos sobre la economía de EEUU. Es cierto
que no hubo nuevas medidas de austeridad importantes a nivel federal, pero sí
un montón de austeridad ‘pasiva’ como el estímulo de Obama que se desvaneció y
tanto el estado como algunos gobiernos locales con problemas de liquidez continuaron aplicando recortes.
Ahora, se podría argumentar que
Grecia e Irlanda no tuvieron otra
elección que imponer la austeridad o, como medida extrema, optar por no pagar
las deudas y salir del euro. También otra lección de 2011 ha sido que EEUU mantiene
otra opción a pesar de su obsesión con el déficit y es que los mercados
financieros están proclamando que debemos pedir más dinero prestado.
La conclusión de Krugman es que
2011 ha sido un año en el que la clase política estadounidense obsesionada con
el déficit a corto plazo -que no es realmente un problema-, ha llegado a crear un auténtico problema con
una economía deprimida y un desempleo masivo que es lo peor que hubiera podido
pasar.
La buena noticia es que tal como están
las cosas, el presidente Obama parece
haber apostado por despreciar la imposición de la austeridad como prioridad y
que parece que está ganando la batalla política. Krugman termina su artículo deNYT diciendo que quizá un año de estos empecemos a tomarnos en serio el consejo
de Keynes que es tan válido hoy como hace 75 años.
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Y yo pregunto. ¿Por qué no hacen caso a Krugman y otros economistas de postín que se supone que saben de esto? Algo huele a podrido en la Economía.